Qué Está Sucediendo En Los Cetis Y Cbetis? Una Crisis Que Ya No Se Puede Ocultar.
==== Ruleta Politika ====
Por.- Alberto Dávila
En los últimos meses, los Centros de Estudios Tecnológicos (CETis) y los Centros de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTis) se han convertido en tendencia… pero no por sus logros académicos, ni por sus proyectos tecnológicos, ni por concursos de ciencia o innovación. Hoy, lamentablemente, aparecen en redes sociales por razones que deberían alarmar a cualquier padre de familia, autoridad educativa e incluso a toda la sociedad.
Videos donde se observa a alumnos forjando cigarros de marihuana en plena clase, estudiantes que se agreden físicamente entre ellos, jóvenes que encaran, insultan e incluso golpean a directivos, y por otro lado, aquellos que deciden exhibir las carencias de su plantel, que son señalados y mal vistos por maestros y directores. ¿Qué está pasando? ¿En qué momento la educación media superior perdió rumbo?
Lo que antes se consideraba un espacio de formación, disciplina y desarrollo personal hoy parece estar convertido en un reflejo de la descomposición social. La imagen de alumnos drogándose dentro del salón no solo muestra una falta absoluta de autoridad, sino también una peligrosa normalización del consumo. Y si a eso se suma la violencia entre estudiantes y contra las propias autoridades del plantel, la situación es aún más grave: hay centros educativos donde los directores piden respeto… pero ya no tienen control.
La pregunta inevitable es: ¿qué tipo de ejemplo están recibiendo estos jóvenes en sus casas? Porque la escuela forma, sí, pero la familia fundamenta. La escuela corrige, guía y orienta; pero es en casa donde se establece el respeto, la disciplina y los valores básicos para vivir en comunidad.
Paradójicamente, cuando algunos estudiantes deciden alzar la voz para denunciar lo que sí debería preocupar a la institución (falta de equipo, talleres incompletos, laboratorios sin insumos, carencias en infraestructura o mala administración) esos jóvenes son señalados, intimidados y hasta reprendidos por directivos y maestros. En pocas palabras: denunciar lo malo está mal, pero hacer lo malo… se tolera.
Los casos de bullying al interior de estos centros educativos se cuentan por cientos y ya no pueden seguir tratándose como incidentes aislados ni como simples “problemas entre alumnos”. La realidad es que se ha convertido en un fenómeno recurrente que revela la falta de control disciplinario, la ausencia de protocolos efectivos y, sobre todo, la indiferencia institucional ante situaciones que ponen en riesgo la integridad física y emocional de los estudiantes. Golpes, humillaciones, agresiones verbales y grabaciones que circulan en redes sociales evidencian un clima escolar deteriorado, donde quienes deberían proteger a los jóvenes (maestros, tutores y directivos) parecen más preocupados por evitar escándalos que por defender a las víctimas. El bullying no solo destruye la convivencia escolar: destruye el futuro de quienes lo padecen, y hoy es una señal urgente de que algo está fallando en el corazón mismo de la educación tecnológica.
Esto demuestra un sistema educativo que ha perdido prioridades. Un sistema que prefiere ocultar los problemas antes que resolverlos, que tapa las grietas pero deja que el edificio siga fracturándose. No se corrige la indisciplina, no se fortalece la formación, pero sí se reprime la crítica que podría mejorar al plantel.
La Dirección General de Educación Tecnológica Industrial (DGETI) presume, en documentos y presentaciones, modelos de formación integral, educación tecnológica de calidad y desarrollo de competencias. Pero en la vida real muchos planteles enfrentan:
• Falta de personal capacitado para manejo disciplinario.
• Directores sin liderazgo o sin respaldo.
• Escuelas sin recursos suficientes.
• Protocolos que nadie aplica.
• Supervisiones que se reducen a trámites y papeles.
• Alumnos que no encuentran límites ni consecuencias.
La DEGTI está fallando no porque los problemas existan (toda institución enfrenta retos) sino porque los problemas están explotando frente a todos, en video, en redes sociales, en noticias… y aun así la respuesta es mínima o nula.
La crisis es profunda y compartida
Lo que ocurre en los CETis y CBTis no es culpa de un solo actor. La responsabilidad es compartida:
• Familias que han renunciado a educar.
• Un sistema educativo saturado y sin autoridad real.
• Directivos que protegen la imagen antes que la institución.
• Maestros que prefieren evitar conflictos.
• Jóvenes que no encuentran un sentido ni un propósito claro.
Y mientras nadie asume su parte, los casos siguen aumentando, los videos siguen circulando y los CETis/CBTis se convierten, injustamente, en símbolo de desorden.
El futuro no se construye con silencio
Si realmente queremos rescatar la educación tecnológica, no basta con discursos ni con reuniones internas. Se necesita:
• Autoridad real y respaldada.
• Consecuencias claras para conductas graves.
• Apoyo psicológico para jóvenes en riesgo.
• Supervisión efectiva, no burocrática.
• Infraestructura y recursos dignos.
• Y sobre todo, familias involucradas.
Callar no es opción. Fingir que no pasa nada es parte del problema. Y señalar a quienes denuncian solo evidencia miedo e incapacidad.
Hoy, los CETis y CBTis están en crisis… pero la crisis aún tiene solución si se actúa y si se escucha.
Ya para finalizar a manera de colofón es necesario comentar que los directores toman una postura hermética ante los medios de comunicación, en pocas palabras quieren tapar el sol con un dedo evitando informar que tipo de acciones se tomaran en este tipo de temas.
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