24 junio, 2025

Más voces que tronos: el grito civil contra el autoritarismo

No hay desfile militar que oculte el descontento social. Este 14 de junio, Estados Unidos fue escenario de una protesta histórica: millones de personas inundaron las calles bajo una misma consigna: “¡No Kings!” (Sin reyes). Lo que comenzó como un rechazo al despliegue militar ordenado por el expresidente Donald Trump en Washington – conmemorando su cumpleaños con tanques, aviones y discursos patrioteros- terminó convirtiéndose en una rebelión civil sin precedente reciente. Más de 2,100 ciudades fueron parte del movimiento. No fue un grito de izquierda, ni de una minoría radicalizada. Fue un rugido plural, de una nación despierta que decidió no permitir la glorificación del autoritarismo.

 

Porque sí, el problema no es solo Trump. Es todo lo que representa: la militarización del discurso, la criminalización del migrante, el desprecio por las libertades civiles, el uso del poder como espectáculo. Bajo su figura crecen las sombras del fascismo moderno. Y las calles lo entendieron. Jóvenes, abuelas, migrantes, pastores, activistas, excombatientes… todos caminaron juntos, sin miedo, para decir “no” al retroceso y “sí” al derecho a disentir.

 

La protesta fue contundente, pero también profundamente humana. No hubo coronas, ni líderes únicos. La fuerza estaba en la multitud, en los carteles hechos a mano, en las pancartas con errores ortográficos, en los niños con banderas y los ancianos con bastones. En Los Ángeles, Nueva York, Houston, Phoenix y hasta Salt Lake City, miles alzaron la voz a favor de la democracia y en defensa de la comunidad migrante, uno de los blancos favoritos del trumpismo. No se trataba solo de política: era dignidad en movimiento.

 

Y aunque hubo momentos tensos – como en Salt Lake, donde la policía reprimió a un pequeño grupo -, la gran mayoría de las marchas fueron pacíficas. No se pidió venganza, se exigió justicia. No se buscó caos, se sembró memoria. El mensaje fue claro: Estados Unidos no quiere reyes. Quiere instituciones fuertes, quiere derechos garantizados, quiere gobiernos que sirvan, no que se sirvan del miedo.

 

Lo vivido este fin de semana demuestra que la acción ciudadana organizada todavía tiene fuerza para contrarrestar discursos autoritarios. Las protestas “No Kings” no fueron solo un acto político: fueron un acto emocional, casi íntimo. De esos que despiertan la conciencia colectiva y redefinen el contrato social. Como comunicador, y como ciudadano latinoamericano, no puedo sino celebrar que se recupere el poder de la calle como herramienta de cambio. Nos recuerda que la democracia no está en las urnas solamente, sino también en la capacidad de decir “basta” cuando el poder se extralimita.

 

El eco de estas protestas ya se siente más allá de Estados Unidos. México, América Latina, Europa: todos observan con atención cómo una sociedad que se pensaba anestesiada reaccionó. Porque el fascismo ya no llega con uniformes ni con discursos encendidos. A veces llega disfrazado de fiesta nacional, de desfile militar, de homenaje “al pueblo”. Por eso este rechazo masivo tiene tanto valor. Nos recuerda que la historia no se repite, pero rima… y que aún estamos a tiempo de corregir el verso.

 

“No Kings” no fue un #trendingtopic. Fue una advertencia. La democracia no se defiende sola. Y mientras haya quien marche por ella, hay esperanza. Aunque cueste. Aunque duela. Aunque no quepa en los titulares de siempre.

 

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