Erasmo, el contable de la 4T: del orden financiero al orden político

Por Jaume Osante.
Erasmo González Robledo no es un político de espectáculo. Su nombre no rebota en escándalos, más que los ya conocidos, ni se proyecta en redes con ocurrencias virales. Es, más bien, un hombre de números, procesos y control administrativo. Pero es justo esa sobriedad ó frialdad la que lo ha convertido en uno de los operadores más confiables de la 4T en el sur de Tamaulipas. Un cuadro técnico con lealtad política; un contador con convicciones.
Su cercanía con el obradorismo no es sólo una etiqueta partidista. Erasmo ha estado donde se requiere técnica, pero también obediencia estratégica. No cualquiera preside cinco años seguidos la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública en la Cámara de Diputados, menos aún en tiempos donde cada peso aprobado tenía un tinte ideológico. Allí, sin protagonismos, González Robledo manejó una de las piezas más delicadas del engranaje federal: el dinero.
No es exagerado decir que fue uno de los principales custodios del proyecto económico de la 4T en el legislativo. Su papel fue silencioso, pero eficaz: los recursos para programas sociales, las prioridades de infraestructura, la redistribución del gasto… todo pasó por sus manos. Y lo hizo sin fisuras, sin ruido, sin amagos de ruptura, sin mencionar la pasada administración local. Para AMLO, esto es oro puro: alguien que sabe ejecutar sin desviarse del guion político.
Su regreso a la presidencia municipal de Ciudad Madero no es un retroceso, sino una reubicación estratégica. Hay quienes leen este movimiento como un premio menor, pero en política territorial —y más en el modelo morenista—, regresar a lo local es sinónimo de consolidación. Madero es su bastión, y también un laboratorio. Desde ahí, puede ensayar políticas de bienestar, reforzar la presencia de Morena y, sobre todo, mantener activo el vínculo con la base ciudadana, en la antesala de una nueva etapa política para el país con Claudia Sheinbaum.
No es casual que sus conferencias matutinas, transmitidas en vivo desde distintas colonias, imiten el formato del propio AMLO. Son actos que no solo informan: construyen identidad. El mensaje es claro: cercanía con el pueblo, sin intermediarios. Aunque, en su caso, el ejercicio carece aún de una narrativa auténticamente popular. Erasmo no es un comunicador espontáneo, y eso le resta conexión emocional con sectores más amplios. Pero compensa con estructura y ejecución.
Hay, sin embargo, una grieta silenciosa: la relación con los medios de comunicación locales. Mientras se impulsa una imagen de gobierno cercano, no existe una política clara hacia la prensa. No hay programas, convenios ni diálogo institucional. Solo apoyos discretos, otorgados sin criterios públicos. Un manejo que, más que comunicación, parece contención.
Esto debe preocupar. Una administración que promueve la transparencia no puede condicionar el vínculo con los medios a relaciones de conveniencia. La pluralidad informativa, incluso la incómoda, es parte del mismo entramado democrático que la 4T dice defender. Y aunque se pospongan los convenios hasta 2026, el vacío de política pública en este tema ya se siente.
Desde el punto de vista psicológico, el perfil reservado y estructurado de Erasmo lo hace evitar los terrenos inciertos. La prensa libre lo es. Es caótica, crítica, incontrolable. Tal vez por eso la excluye de sus prioridades. Pero ese es un error de visión. En política, controlar no siempre es gobernar. A veces, el verdadero liderazgo se demuestra en cómo se gestiona la disidencia, no en cómo se elimina.
Hoy, Erasmo representa una versión local de la 4T que busca orden, eficiencia y cercanía ciudadana desde la institucionalidad. Tiene la experiencia técnica, la disciplina partidaria y la confianza del liderazgo nacional. Lo que le falta es abrir la puerta a la crítica, a la prensa, a los otros relatos que no salen en sus mañaneras.
Porque si algo enseñó AMLO, es que tener el micrófono no significa tener la verdad absoluta. Y si algo debe aprender Erasmo, es que la democracia, como la contabilidad, también se basa en contrapesos…
Primera parte.
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