Feria de espejismos: el negocio del regreso a clases

Por Jaume Osante
Cada año, como si de una fórmula mágica se tratara, autoridades municipales repiten la misma receta: montan una feria, invitan a comerciantes y anuncian con bombo y platillo descuentos “solidarios” para ayudar a las familias en el regreso a clases. El alcalde Eduardo Gattás no se sale del guion. Con 122 mil alumnos como bandera y 220 millones de pesos en derrama económica como estandarte, nos vende una feria que huele más a escaparate político que a verdadera política social.
¿Quién puede creer que con 40 negocios se va a dar respuesta a la necesidad de tantas familias? ¿En qué colonia vive quien cree que una mochila con el 15% de descuento es la diferencia entre mandar o no a sus hijos a la escuela? La narrativa suena bonita, pero no resuelve lo estructural: el alza de precios en útiles, el bajo poder adquisitivo y el eterno abandono a las escuelas públicas.
Esta «Feria del Regreso a Clases» es más bien una feria del maquillaje institucional, donde se oculta el hecho de que muchas familias aún deben elegir entre pagar la colegiatura, completar el uniforme o cubrir los básicosdel hogar. Mientras tanto, la autoridad se regodea en fotos con comerciantes y agradecimientos mutuos que solo benefician a los de siempre.
El regreso a clases no debería depender de una feria de descuentos improvisada, sino de un compromiso real con la educación pública: becas dignas, entrega gratuita de útiles de calidad, apoyo a docentes y rehabilitación de escuelas. Pero eso, claro, no deja una foto tan bonita como un evento en la Plaza Hidalgo.
Porque si la educación es prioridad, no se promociona en ferias… se defiende en el presupuesto.