Tamaulipas avanza, pero… nosotros también observamos

Editorial.
Hay cosas que es justo reconocer y otras que es necesario señalar. Y en este caso, ambas conviven en el mismo espacio: Tamaulipas. El gobierno del Dr. Américo Villarreal Anaya ha logrado consolidar algunos logros visibles y otros que, aunque importantes, aún no se sienten del todo en las calles, en la cotidianidad de la gente.
Por un lado, están las cifras que presume el Ejecutivo estatal: reducción de delitos como el homicidio y el secuestro, cero observaciones de la Auditoría Superior de la Federación, avances en obras públicas como el acueducto “Guadalupe Victoria” o la carretera Mante–Ocampo–Tula. Todo eso se dice y se documenta, y claro que importa. No se trata de negar méritos, sino de entender que no toda buena estadística refleja una buena percepción social.
Porque del otro lado está la vida real: el miedo que no se borra con conferencias, la desconfianza que permanece cuando los bloqueos, los “sonidos extraños” en las colonias, o los mensajes en redes sobre supuestos enfrentamientos, no reciben una aclaración pública oportuna. Y sí, sabemos que a veces hay quienes exageran, pero el gobierno tiene que hablar claro, más allá de las cifras. La seguridad no sólo se mide en gráficas, también se siente (o no se siente) en las calles.
Otro tema importante es la relación del gobierno con la prensa. Se ha hablado de respeto, de apertura, de protección. Bien. Pero eso hay que demostrarlo más allá de los discursos. En este oficio, uno aprende a oler cuando el silencio no es coincidencia. Y más vale un gobierno vigilante y tolerante, que uno cómodo y sordo.
También queremos ver transparencia real en las grandes obras: ¿quién las ejecuta?, ¿cómo se asignan?, ¿a qué costo? Porque si hay tanto orden administrativo como se presume, qué mejor que compartirlo sin reservas.
Este espacio no busca confrontar, sino recordar que la crítica no es enemiga de la transformación. De hecho, la fortalece. Si el gobierno está seguro de sus pasos, entonces no debería temer las preguntas, ni molestarse por los matices.
Y si esta columna hace ruido, que lo haga bien: con respeto, con verdad, con ese toque firme pero justo que nos caracteriza.
¿Usted que opina?